¡Que sí, que tejo!

¡Viva! Hasta hace unos meses pensaba que jamás aprendería a tejer, y ahora luzco ilusionadísima mi primera creación en punto: ¡una diadema turbante!



Tras un comienzo idílico y entusiasta, el punto y yo pasamos la primera crisis de nuestra relación. Yo creía que estaba preparada para dar un paso más y lanzarme a tejer la diadema que aquí veis, pero mi pasión tricotosa dio como resultado una pieza amorfa que se ensanchaba a su antojo hasta el punto de considerar seriamente si aquello sería una diadema o una caperuza. Así que decidimos tirar del cabo, deshacerlo todo, perdonarnos y empezar de cero.


(aquí tiene una pinta un poco churretosa, la verdad)

Agujas...



...¡os tengo dominadas!



Bueno, aún me falta un poco de práctica y aprender un montón de cosas, pero creo que lo básico ya lo tengo, ¡y eso es más de lo que podía imaginar!

Hoy la he estrenado para ir a dar una vuelta con Amorcito. Paramos en un lugar muy bonito y silencioso lleno de flores, entre ellas mi preferidísima desde que era pequeña: esta florecita diminuta que gracias a este libro de la biblioteca descubrí que se llama mujares.



Mientras yo mariposeaba por aquí y por allá me di cuenta de que Amorcito trasteaba con algo allí en la maleza...



¡Se estaba haciendo un tirachinas!



Y si lo pierdo de vista diez minutos más se construye una cabaña, os lo digo yo.

Espero que hayáis pasado un estupendo día festivo, ¡y mañana otro! ¡Que lo disfrutéis!