Hace poco llegó a mi puerta una caja precintada con una bonita cinta de flores y un remite de los que hacen dar saltitos:
Mamatayoe.
Ya os hablé de esta marca española en una entrada anterior (
¿os acordáis?) en la que lucía con poco talento egoblogger pero gran entusiasmo una pizca de su colección inspirada en la hora del té. Sus diseños siempre giran en torno a la vida lenta, sencilla: paseos entre viñedos, meriendas con manteles bonitos o baúles que te transportan a épocas pasadas, y a través de seis personajes (Lola, Lupe, Saran, Aki, Indi y Ginger) crean prendas llenas de color, con un toque naïf y de fantasía. A mi me recuerdan a un cuento.
En esta ocasión viajan hasta la isla de Capri con una colección llamada La Dolce Farniente, y casi puedo imaginarme con un vestidito floreado y gelatto en ristre paseando por sus calles al
atardecer veraniego. Bueno, el sur de Italia me pilla un poco lejos, pero como en nuestro sur también tenemos paisajes muy bonitos aproveché la
escapada que hicimos días atrás a Ronda y estrené la mar de contenta el contenido de la caja. Al fin y al cabo, era mi particular dolce farniente.
Sólo que en lugar de un helado tenía unos prismáticos.
Tanto el bolso como la falda pertenecen a la serie
Indi. El bolso Panettone, además de bello y alegre cual cascabel, tiene un tamaño perfecto para ir hecha una señorita sin que nadie sospeche que llevas la casa a cuestas; yo acarreaba los prismáticos, la guía de pájaros y las agujas de punto con la bufanda que nunca termino, entre otras cosas, ¡ahí es nada!
Por su parte, la falda Gelato ha sido todo un descubrimiento. Quizá en la foto no se aprecie bien porque ya os digo que como egoblogger no tengo futuro, pero tiene un corte de capas superpuestas como si fueran dos pétalos que me enamoró en cuanto la vi. Y no sólo eso, sino que además es co-mo-dí-si-ma. Sobretodo para mí que siempre llevo faldas o vestidos, y lo mismo brinco por los montes detrás de los pájaros que corro de mercería en mercería en busca de cintas y encajes o bailo una danza tribal con los niños del colegio.
O me meto en un río.
Pero...¡aun había más sorpresas en la caja! Un catálogo de la colección, postales con aires vintage, un cd con el encantador vídeo de presentación de La Dolce Farniente (podéis verlo
aquí - aviso: ¡la canción es altamente adictiva!), una flor para el pelo y un detalle que aprecio mucho: una carta escrita a mano.
¡Me encantan los nombres que dan a las prendas!
En el catálogo también hacen mención a uno de los puntos más relevantes para mí: moda hecha en casa. En casa o muy cerca de ella, pero siempre bajo criterios éticos y comprometida con el medio ambiente, según reza su apartado de
Responsabilidad Social. Quiero insistir en la importancia de esto porque ya sabemos cómo funciona el sector textil hoy día, y como consumidores conscientes debemos preocuparnos por cómo y dónde están hechas las prendas que vestimos.
Echando un vistazo a las colecciones anteriores (que podéis ver en su canal de
YouTube) me maldigo por no haberlos conocido antes, porque he dejado escapar vestidos y rebequitas que harían suspirar a una piedra. Pero ya no les pierdo la pista, nonono.
¡Muchas gracias por contar de nuevo conmigo,
Mamatayoe!