miércoles, 30 de abril de 2014

Ramona

Ramona adora leer más que nada en el mundo. Siempre tiene un libro en las manos, cuatro o cinco en su mesita de noche y una docena en mente.


        


Lleva unas bonitas gafas celestes de crochet porque cuando era pequeña y llegaba la hora de dormir, solía quedarse despierta hasta las tantas leyendo bajo las sábanas a la luz de una linterna. Seguro que muchos de vosotros habéis hecho lo mismo que Ramona alguna vez.


  

  


Tiene un gran bolso de lana burdeos para sus viajes a la biblioteca, un vestido rojo de flores con cuello de encaje antiguo, un chaleco de fieltro de lana negro con flores bordadas, unas bonitas medias turquesa de lunares y botas rojas. Su pelo rizado está recogido en un moño y adornado con una cinta roja y dorada y un lazo de encaje rojo.

 

   

  

 

Si queréis conocerla mejor, la encontraréis absorta en su lectura aquí.


Yo últimamente estoy como Ramona, que solo me apetece leer y leer y tengo una enorme lista en mente. Hace poco colocamos una pequeña estantería en el dormitorio y ya no tengo una columna de libros en la mesita de noche amenazando con aplastarme mientras duermo. Me gusta tener cerca el libro que esté leyendo en ese momento más otros cuantos para cuando no puedo dormir o necesito un soplo de algo agradable para terminar bien el día.


 


¡Buenas noches y que paséis un bonito Primero de Mayo/Beltane!


lunes, 21 de abril de 2014

Diversiones pequeñas


Cada uno se entretiene como puede, o como quiere. Esta Semana Santa hemos ido al pueblo de Javi y básicamente me he dedicado a comer como una ballena entretenerme con cosas tan simples como pasear buscando tesoros, espiar a los jilgueros, rondar la huerta del vecino como si las cebollas y las habas fueran a saltar a mis brazos o agarrar las figuritas de la estantería y llevármelas de excursión a los naranjos.







También he aprovechado para avanzar la funda de cojín que llevo cosiendo desde el neolítico. De hecho mi técnica es muy primitiva, pero gusta mucho cómo está quedando y ya me falta poquito para terminarla. O igual me vuelvo majara y la cosa acaba en colcha.




Si no cosía, hacía punto. Cuando lo hago en compañía sólo uso el punto bobo, y así puedo charlar tranquilamente sin despistarme con los derechos y los reveses.




Me encanta descubrir cosas de los lugares que visito, como flores que no conozco o pájaros que no suelo ver. Estoy casi segura de que vi un águila real, y es algo que me hace muchísima ilusión; no en vano la elegí como compañera. Una de las peculiaridades que tiene el pueblo es que está lleno de fósiles porque hace millones de años aquello fue el fondo del mar, y a poco que prestes atención encuentras amonites de todos los tamaños. O tesoros tan sorprendentes como un botón de la época romana.




Siempre me cuesta un poco hacer la maleta de vuelta. Al menos aquí sigo escuchando al cuco, aunque salga de un reloj. Y aún me quedaba el domingo de hornazos.



Espero que vosotros también hayáis pasado una semana estupenda y tengáis energías renovadas para comenzar ésta que empieza, ¡que es Primavera y hay mucho que disfrutar!





miércoles, 9 de abril de 2014

Bartolomiau

Hoy vengo a presentaros a Bartolomiau. Miau. Miau. Miau. Decidlo en voz alta, ¡a mí me hace mucha gracia!



Bartolomiau es un gato muy distinguido. Le gusta desayunar té earl grey con huevos revueltos y mermelada de calabaza, llevar el cuello de la camisa muy bien planchado y mirar las estrellas a través de su telescopio.





Lleva una pajarita tejida con algodón azul, y unas gafas de fieltro rojo bordadas que se pueden poner y quitar, aunque sospecho que él se las quita poco porque es consciente del atractivo que le confieren.







Si queréis tomar el té con él, podéis encontrarle aquí 


El buen tiempo va llegando poco a poco y ayer, por primera vez en mucho tiempo, pude coser con la ventana abierta sin congelarme, ¡qué sol más bueno entraba en el taller! El sol, los ruidos, la gente diciendo ordinarieces en la calle y por poco no entra un técnico de la luz que estaba trasteando en la fachada y no me dejaba seguir con mi espectáculo privado de costura + baile.


¡Buenas noches y que tengáis un estupendo jueves!

















miércoles, 2 de abril de 2014

Cocodrila solo quiere bailar

En una época no muy alegre de mi vida me enganché a los canales de documentales; los había de todas las temáticas imaginables, me distraían de mi melodrama personal y aprendía cosas la mar de útiles, como el modo en que se comunican los cachalotes. Viajaba a varios países cada día y hasta tenía mis reporteros favoritos. Recuerdo que me preocupé un poco la noche que me descubrí a mí misma a horas indecentes aferrada al entretenimiento que me proporcionaba un reportaje sobre una lejana isla habitada únicamente por ratas y cangrejos rojos. 

Creo que era verano y estaba sola y desocupada, así que podía encadenar guías de viaje, recomendaciones de quesos del mundo, documentales sobre el fondo marino y listas de los animales más peligrosos del planeta sin problema. Pero a las dos en punto de la tarde era el momento de Crónicas de cocodrilos. Unos minutos antes me preparaba algo de comer y me acomodaba en el sofá a ver cómo aquel tipo fabricaba una cabeza de cocodrilo, se la ponía y se introducía en el agua para estudiarlos de cerca. Todo esto puede sonar muy patético, pero os diré una cosa: si alguna vez, por avatares del Destino, me veo sumergida hasta la barbilla en un lago en Maine rodeada de cocodrilos, sé cómo mostrar sumisión ante el jefe de la manada y hacerme la buenrollera para salir del paso. Nunca subestiméis un conocimiento. Ni una mala racha: se aprende más de lo que una se imagina.

Los cocodrilos me parecen una criaturas simpáticas. Tienen sus cosillas, como que son escamosos o, no sé, que pueden arrancarte un brazo con sus mandíbulas. Pero en mi cabeza probablemente perturbada por un abuso de purpurina a finales de los noventa/principios de dosmil, la mayoría de ellos son como Cocodrila.





Cocodrila no es tan elegante como las demás bailarinas: sus patas son muy cortas, su cola muy larga y sus enormes garras no caben en las delicadas zapatillas de ballet. Pero a ella no le importa; se pone su tutú rosa, adorna su cabecita chata con flores y baila descalza junto a la orilla del río, ¡Cocodrila solo quiere bailar!








Podéis verla danzar de cerca aquí 


¡Disfrutad del día y bailad aunque tengáis la misma agilidad que un cocodrilo!