sábado, 6 de agosto de 2016

Con palabras o sin ellas

Me gusta escribir. Me encanta escribir. La mayor parte del tiempo escribo en mi cabeza, porque no siempre tengo ocasión de pasar mis redacciones mentales al papel. Muchas otras veces escribo con bolígrafo cosas que solo leo yo. Y me gustaría escribir más aquí; es un despropósito tener un blog y no escribir en él. El problema es que no siempre es el momento ni el lugar para escribir lo que me ronda la cabeza, y hago borradores que pospongo una y otra vez y llevo sin publicar nada desde Junio. No me gusta, aunque no sea una obligación. Una de las diversiones que te reporta el hacer cosas es compartirlas con los demás. El otro día me escribió una chica para decirme que le había gustado tanto lo que hago que le habían entrado muchas ganas de crear, y eso es maravilloso. Hay gente ahí fuera cosiendo, pintando, dibujando, escribiendo, gente con la que no he hablado nunca y que ha hecho muchísimo por mí solo con compartir su trabajo, y me hace muy feliz pensar que yo pueda hacer sentir aunque sea un diez por ciento de eso a otra persona en algún lugar del mundo.

Pero debo reconocer que las redes sociales me agotan. La sensación de estar expuesta, disponible de forma abierta y continua me saca de mi centro, si es que tengo alguno. Estas últimas semanas he tenido el teléfono apagado prácticamente todo el tiempo; he cambiado los posts por los libros, y los mensajes por cartas de las que llevan sobre y sello. No son incompatibles, pero para mí han sido una especie de liberación. Cerrar el libro, cerrar el sobre. Cerrar sin más. 

Intentaré seguir viniendo a menudo, aunque sea con pocas palabras o con ninguna.

Esto es parte de lo que he estado haciendo últimamente.

















¡Feliz Agosto!