Hace ya algunas semanas recibí una fantabulosa cajita roja y brillante por cortesía de
Glossy Box. A estas alturas estoy segura de que casi todos lo conoceréis, pero por si acaso os contaré que es un servicio al que puedes suscribirte para recibir cada mes una bonita caja con cinco productos de belleza. ¿El precio? ¡Diez euros! ¿Lo repito? ¡Diez euros! Ajá, por diez euros al mes tienes en la mismísima puerta de tu hogar material para montarte tu propia fiesta de la belleza y el hedonismo. Eso es planazo.
Para ser sincera, yo no soy muy dada a los productos de belleza: mi ritual diario consiste en lavarme la cara con un jabón de avena la mar de básico (no más de cinco ingredientes), barato (menos de dos euros) y fabricado en España, por cierto (que ya empieza a ser algo exótico) + agua de rosas de la herboristería. Fin. Pero cuando recibí el email de
Glossy Box investigué un poco y encontré algo que considero muy importante: trabajan con marcas que por lo general son respetuosas con el medioambiente, no prueban sus productos en animales y usan componentes de origen no animal en sus productos. Cuando voy a alguna perfumería me paso tanto rato mirando y remirando los tarritos en busca de alguna señal de simpatía por el ecologismo que los dependientes comienzan a mirarme raro, así que recibirlo todo seleccionado y juntito en el buzón ha sido estupendo.
Como mi cajita llegó pocos días antes de irme a Rancho Relaxo a despedir el año, decidí no abrir ni una esquinita y llevármela allí para descubrirla y disfrutarla en buena compañía, y una mañana que hacía un solete muy bueno la sacamos al porche para desentrañar sus cosméticos misterios.

Nos gustó la presentación, porque aunque todos sabemos que la belleza está en el interior (¡ja! qué bien traído), recibir algo envuelto en papel de seda y un lazo rojo hace más ilusión, ¡dónde va a parar!

Y esto es lo que encontramos dentro de la
Glossy Box Especial Navidad:

-Una espuma de ducha de Rituals a base de leche de arroz y flor de cerezo. Cuando pones una pequeña cantidad en tu mano es un gel transparente, pero en cuanto lo extiendes por la piel se convierte en una abundante espuma parecida a la del pelo (hace años que dejé de usar espuma para el pelo -afortunadamente- pero me encanta esa textura) con un olor maravilloso.

-Un bálsamo labial de Apivita que llegó en el momento adecuado porque mis labios comenzaban a sufrir el frío invernal. Ahora vive en mi bolso.

-Un tónico hidratante de Murad, mi producto preferido de la caja porque me encanta su olor y la sensación fresquita que deja.

-Un suero antienvejecimiento de Elizabeth Arden; es una muestra, pero el frasco original de 50 ml cuesta la friolera de 202 €, así que imaginaos si cunden los diez euros de las cajitas
Glossy Box.

-Una brocha de maquillaje muy suave y peludita que olvidé fotografiar porque estaba muy ocupada olisqueándolo todo.
El equipo de expertos que se había desplazado hasta Rancho Relaxo hizo su labor: al llegar la noche y con ella las duchas calentitas pre pijama y calcetines gordos, nos turnamos para probar la espuma de ducha con aromáticos resultados, y horas más tarde, cuando nuestros ojitos eran dos rendijas y la cama nos atraía con sus cantos de sirena, fuimos obedientemente al baño para usar el tónico y el sérum.
Nuestro equipo de expertos, arrasando con todo.

Como veis, las fotos no son las mejores, pero disfrutamos como enanos.
¡Gracias por la experiencia,
Glossy Box!
P.D: ¡Es mi primer post de belleza! Lo he clasificado bajo la etiqueta "belleza y poder" en honor a una escena de La cosa más dulce (película de culto en Rancho Relaxo, por cierto) que no soy capaz de encontrar ¡argh!