Vuela libre

Cuando tenía unos diez años, le propuse a mi vecina que se quedara a dormir en mi casa para levantarnos al amanecer y observar a los pájaros. Madrugamos como unas campeonas, a pesar de que habríamos estado charlando hasta las tantas; montamos una cabaña/observatorio con toallas de playa en el patio de mi casa, colocamos un platito con pan y leche y esperamos. Y esperamos y esperamos, porque no se acercó ni un pájaro en toda la mañana.

Hoy día me sigue gustando observar a los pájaros volando libres, y además he desarrollado una fijación por ellos como protagonistas de cualquier complemento. Ayer le robé un ratito al encargo que me tiene frita para hacer estos minibroches bordados.



P.D: Los gallos de la vecina, que empiezan a cantar a las cuatroymedia de la mañana, no gozan de mi simpatía ornitológica