miércoles, 23 de septiembre de 2015

Hola Otoño, hola sopa

Lo reconozco: llegando Mayo me niego a comer ningún plato caliente de cuchara hasta que vuelva el frío, una misión difícil cuando compartes tu vida con el rey de los potajes. Pero una tiene que mantenerse fiel a sus principios, y así, con férrea determinación, he pasado un verano feliz lleno de ensaladas varias, verduritas al horno, pasta con salsas caseras y montones de helado de frutas.

Pero la Tierra ha dado una nueva vuelta completa y el Otoño ha regresado para llenar nuestras vidas de maravillas naranjas y doradas, de tardes frías con tazas calientes, de bizcochos esponjosos y... de resfriados. Zas. No habíamos dicho ni la primera o de Otoño y ya teníamos el resfriado metido en casa. Ni naranja, ni dorado ni bizcochos: sorbidas de mocos, pañuelos arrugados por todas partes e indignidad generalizada.

Fue precisamente por un resfriado que descubrí esta sopa el pasado Invierno. Es muy difícil que Amorcito se ponga malo, pero cuando lo hace dudo seriamente entre cuidarle o rematarlo, porque es el peor enfermo del mundo. No entraré en detalles porque lo va a leer, pero todo le parece mal, y creo que esta sopa fue lo primero que le pareció bien en unos cuantos días. Y no me extraña nada.

Además de sus efectos beneficiosos sobre el sistema inmunológico -o sobre el mal cuerpo cuando dicho sistema se ha ido a tomar por saco-, esta sopa es lo más sencillo, barato y saludable que te puedas echar a tu congestionada cara. Leí varias versiones y entre unas y otras conformé la mejor opción para mí, que es la que os cuento a continuación.



Cuando estás tan orgullosa de tu vajillerío que te da igual que solo se vea un poco la sopa


Sopa de ajo y tomillo

Ingredientes (para dos personas):
-dos o tres cucharadas soperas de aceite de oliva
-seis dientes de ajo
-una cucharadita de pimentón
-dos ramitas de tomillo
-agua
-sal
-pan del día anterior, o del otro, ¡si se va a mojar!

La cosa es sencilla;
calentamos el aceite sin pasarnos mucho en una ollita mediana; añadimos los dientes de ajo troceados y, antes de que lleguen a dorarse, añadimos el pimentón y removemos, teniendo cuidado de que no se nos queme. Vertemos agua hasta casi llenar la olla, añadimos la sal y el tomillo, lo llevamos a ebullición y bajamos el fuego, dejándolo unos quince o veinte minutos más. Retiramos las ramitas de tomillo, y cuando los ajos estén blanditos, los retiramos también con una cuchara, pero los aplastamos y volvemos a incorporarlos a la sopa. Cortamos rebanaditas de pan, las ponemos en el fondo del cuenco o plato, vertemos el caldo y nos acordamos de toda la familia del que nos contagió el resfriado antes de sumergirnos en su antibiótico calor.



Esta foto tiene color como de cartel de restaurante de platos combinados de principios de los 90, pero es lo que tiene la comida, que solo hay una oportunidad de retratarla



¡Buen provecho y buenas defensas para este Otoño!

3 comentarios:

Unknown dijo...

JAJAJA! Estabas describiendo a Amorcito y parecía que hablabas de mi novio... yo le llamo "El Sopitas", porque es capaz de tomarse un plato de callos (o dos, nunca toma uno solo) en pleno agosto con 40 grados. Y si se pone enfermo... me entran ganas de correr y dejarlo atrás... jajaja. Me apunto la receta! Un saludo.

Anónimo dijo...

Eres encantadora describiendo como es Amorcito.....¡pues igual todos los hombres! La sopa me gusta, la haré aunque no haya resfriado, besitos Ani. sevilla

supercursi dijo...

Gracias, Ani :) ¡La sopita también ayuda a prevenir! Ya me contarás si te gusta, ¡un beso!