Criaturas mágicas

La semana pasada sucedió una cosa que me hizo mucha ilusión.

Estuve de visita en la escuela de verano en la que trabaja mi hombre, y acabé impartiendo un pequeño taller para hacer un leprechaun basado en un broche que le regalé a mi novio por el Día de San Patricio y que a los niños les había gustado mucho. Era un diseño muy sencillo, y a falta de fieltro lo hicimos con cartulina; yo sugerí convertirlo en marcapáginas, pero algunos le pusieron un imperdible a modo de broche y otros le añadieron brazos y piernas móviles para hacer un muñeco.



Un niño me dijo que el broche que le habían visto al profesor estaba hecho de tela, y le expliqué qué era el fieltro, dónde podía encontrarlo, qué precio tenía, etc. Al día siguiente mi novio me contó que ese mismo niño había ido a la escuela ¡con un broche leprechaun de fieltro cosido por él mismo! Me hizo mucha gracia pensar en el niño yendo con su madre a la mercería a buscar el fieltro (que encima me ha descubierto un punto de venta que no conocía en el pueblo), recortando las piezas con las plantillas que improvisamos en clase y cosiendo el broche, ¡soy su fan número uno! A ver si mi novio me pasa la foto y la pongo aquí.

Por otra parte, el otro día me enteré de que la chica opositora para la que hice el kit de la suerte consiguió su plaza, ¡qué bien! El buhito supercursi y, sobretodo, las horas de estudio (que me consta que fueron muchas) surtieron efecto, ¡muchas felicidades, Marina!

¡Qué contenta me ponen estas pequeñas cosas!