Han pasado muchas puntadas desde la última vez que escribí por aquí. Tantas, que casi he terminado uno de los ¡cinco! libros textiles en los que voy trabajando a ratos; éste comenzó con un cuadradito de tela que hice para probar algo inspirado en la técnica japonesa boro, y cuando quise darme cuenta estaba construyendo una mini, mini historia.
A menudo pienso en cómo ha cambiado mi relación con la tela. Hace muchos años, antes aun de comenzar este blog, hacía un tipo de broche que tenía unas pequeñas piernas. Acostumbrada como estaba a coser fieltro, la tela me planteaba nuevos problemas, como el deshilachado; recuerdo cómo cosía las piezas del revés, sobrehilaba los bordes y, no contenta con eso, los encolaba. Me obsesionaban la pulcritud y la simetría. A mi yo de entonces le parecería tremendamente salvaje toda esta anarquía de texturas, hilos al viento y puntadas desiguales, y eso me gusta.
Aun tengo que hacer la portada y la contraportada, montar las páginas y estudiar la forma de encuadernarlo todo, pero el grueso del trabajo ya está listo y me siento satisfecha. O más bien ilusionada. Me ilusiona trabajar en ilustraciones textiles, crear imágenes, paisajes, escenas a partir de retales muy pequeños. Dibujar con hilos.
Espero poder enseñaros pronto éste y otros proyectos de ilustración textil. ¡Buen día!
2 comentarios:
Lo que haces es tan alucinante que me dejas sin palabras. Llevo 5 minutos admirando tu arte y no sé qué decir. Enséñanos el resultado cuando lo tengas, por favor, porque curas.
Muchísimas gracias, Tania; de verdad que lo aprecio <3
(sigo sin tener ni idea de cómo se responden los comentarios directamente)
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