Vale, ya tengo el cuerpo jotero para Halloween. Es decir, me encanta Halloween y me paso todo el año esperándolo con ilusión (¡noooo! ¿en seriooo? ¡qué inesperada noticia!), pero ya sea por las inapropiadas temperaturas o por el estrés (me cuesta horrores desconectar y relajarme) no tenía plena consciencia de las fechas en las que estamos. Y ahora ya tengo la consciencia, los pendientes de calabaza puestos, la guirnalda colgada en el salón y la lista de quehaceres halloweenescos para el findesemana, ¡viva!
Uno de esos quehaceres será escoger la vajilla para el domingo (ajá, yo es que esto me lo tomo muy en serio), porque hoy he estado ordenando y haciendo inventario de mi colección de vajillerío cuqui/vintage y me he dado cuenta de que algunas piezas quedarían muy bien para la cena. Y bueno, también me he dado cuenta de que soy una freak y de que necesito una casa propia para meterlo todo, o al menos otra cama para seguir almacenando cajas debajo. No puedo enseñaros la colección en sí, pero para que os hagáis una idea, aquí van las listas con el contenido de las cajas (y aun hay más cosas repartidas por toda la casa):

Por si fuera poco, ha llegado un nuevo miembro a la familia de teteras: tenía tantas ganas de una tetera roja con lunares blancos que cuando la vi en la tienda a tan buen precio no me pude resisitir.

No es mi culpa, la señora mayor inglesa que habita en mí me obligó a hacerlo.
Aun tengo que terminar dos diademas de calaveritas, que aunque llegan tarde para el Día de Muertos me apetece hacerlas; después de eso, un par de encargos pendientes y a preparar las cositas de invierno, ¡manos a la obra!
¡Que tengais una feliz semana! ¡Y contadme vuestros planes para el día treintayuno!!