El findesemana campestre ha sido genial, y aunque a la hora de volver quise encadenarme a un árbol, construir poco a poco un habitáculo hecho de hojas y ramas y vivir como una salvaje, regresé a casa como una niña buena y con las pilas bien cargadas para empezar la semana.
Resultó ser un camping pequeño y acogedor que desde hace poco regenta una familia muy agradable y con muchos planes interesantes para el lugar, algunos de ellos relacionados con el arte y la música, así que lo marco como favorito y prometo volver.
Estrenamos el mantelito, y gracias a ese gran invento que es el camping gas pudimos tomar café y té calentito por las mañanas

Por la noche encendíamos las velitas y tan a gusto, ¡hasta escuché un búho!

Lo único que enturbió mi paz y felicidad en tan
verde y sosegado paraje fue el terrible hecho que sucedió la noche del viernes. Yo volvía del fregadero con los ya relucientes platos de la cena cuando, al ir a guardarlos, vi que un enorme escarabajo se aproximaba a la tienda a toda velocidad, e intenté disuadirlo empujándolo suavemente con la botella de vino, que era lo que tenía más a mano. Y entonces me di cuenta de que no era un escarabajo, sino una araña enorme, y cuando digo enorme me refiero a que podías sacarla a pasear con una correa. Tal era su tamaño que aun a oscuras la vi ponerse de pie para atacarme/defenderse, no digo más. Yo tengo absoluto pánico a las arañas, y aquella era la más grande que había visto en toda mi vida, así que ahí se desató un drama de lloriqueos, quítala de ahí, ay ay ay, fuera fuera y repeluses varios. A la mañana siguiente, después de una noche de pesadillas es las que pumas y leones rondaban nuestra tienda, descubrí que la había matado sin querer, y me sentí fatal porque yo, por mucho que las odie, soy incapaz de matarlas y les pido a los demás que no lo hagan, pero parece que cuando la vi marcharse y me lié a chancletazos histéricos para asustarla y alejarla, ella volvió a la tienda y le di. Ahora tendré que pagar mi deuda con la Madre Naturaleza.
Tras tan dramático incidente, el findesemana continuó de manera apacible, nos bañamos en el agua helada del río y visitamos algunos pueblos cercanos, entre ellos Genalguacil, un lugar en el que
el arte está en la calle ¡literalmente!




Y ahora, con la mente despejada y los ánimos repuestos, toca ponerse a trabajar, que ya se me están ocurriendo algunas nuevas ideas...
¡Feliz comienzo de semama!