miércoles, 21 de agosto de 2024

La cuestión

La cuestión es que me gusta escribir; siempre me ha gustado. Los ejercicios de redacción del colegio me parecían una oportunidad divertida, y tuve un profesor, Federico, que nos animaba a escribir nuestros propios cuentos. Después vino la poesía -privadísima-, una vocación periodística equivocada y, con la llegada de las redes, me atreví con un blog personal que me abrió la puerta a muchas personas y anécdotas bonitas. Recuerdo -no creo que lo olvide nunca- que una chica me dijo que antes de dormir le había estado leyendo por teléfono a su amiga lo que yo había escrito. Y ese blog (ya clausurado) es algo que a día de hoy no me explico, porque la realidad es que soy tremendamente pudorosa. Mucho. Un libro cerrado. Incluso cuando escribo en estas páginas, más orientadas a temas creativos, pulso el botón de publicar y siento una vergüenza enorme y un deseo oculto de que nadie llegue a leerlas. 

¿Para qué compartir, entonces? ¿Para qué se expresa una? Supongo que comunicar, compartir, conectar son necesidades humanas. Como receptora, estaré eternamente agradecida a todas esas personas que pulsaron el botón y compartieron con el mundo una idea que llegó a mi y me dio justo en el centro; o a quienes escribieron un libro quizá incluso décadas antes de que yo naciera y me comprendieron mejor que muchas personas cercanas. Es un tema peliagudo, éste de crear, compartir y consumir contenido. Y abrumador. Pero de vez en cuando alguien expresa algo que para ti supone un antes y un después, y eso es mágico. Una sola frase puede ayudarte a salir de la cama, a dar un paso. Las palabras salvan vidas.



Estas palabras no te salvarán la vida pero sí de no comerte un camembert en condiciones


Primer logro desbloqueado: he vuelto a escribir en el blog. Nunca sé cómo hacerlo, por mucho que lo desee. Tengo borradores a medias, tengo piezas con una historia detrás y tengo diarios y más diarios con reflexiones de todo tipo, una costumbre de la infancia que recuperé en 2016 después de leer a Julia Cameron y Susan Branch. El segundo logro es que las puntadas y las palabras se van encontrando poco a poco, y superé la vergüenza infinita de bordar un poema muy breve que escribí hace siglos y presentarlo a la V Exposición virtual de @librotextil (también puedes verlo completo en mi tumblr, enlace a la derecha).




Y, ya envalentonada, me he lanzado a bordar un poema algo más largo y reciente. Es para una pieza que va a estar expuesta en un espacio físico. La osadía.




"El único coraje que importa es el que te lleva de un momento al siguiente", escribió Mignon McLaughlin, ganándose mi agradecimiento infinito. Y yo voy a darle al botón antes de que me arrepienta y olvide esta entrada en el cementerio de borradores.



P.D. Va de confesiones: no me entiendo con la tablet y el texto está alineado como le da la real gana. Lo siento