jueves, 9 de julio de 2020

El bucle

Sería lógico pensar que esta idea surgió en pleno confinamiento mientras todos -al menos los que podíamos- estábamos encerraditos en nuestras casas sin estar muy seguros de si era martes o sábado. Pero no; yo, que soy una visionaria, ya había entrado en mi propio bucle varias semanas antes. A veces pasa que una se pone a dar vueltas sobre sí misma y sus circunstancias y acaba mareándose, y la única salida es, en mi caso, a través de la aguja.




Me deshice en montones y montones de puntaditas y me recompuse a base de juntar trocitos de tela de todos los tamaños. Fiel a mi compromiso de no comprar textiles nuevos, di uso a piezas que ya tenía en el taller: la pernera de un pantalón para la base, sobrantes de una fábrica textil para el cielo y la tierra, telas amablemente donadas por personas de mi entorno para la carretera, el tejado, las flores y el marco y retalitos variados de la Gran Bolsa de Retales para todo lo demás. 



Arrendajo



Broderie perse



¡Psst, psst! ¡Detalle secreto!


Los bucles, por definición, no llevan a ninguna parte; hay que saber cómo cortarlos. Por suerte, tengo unas buenas tijeras.



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