jueves, 25 de abril de 2019

Lady Papaver rhoeas

Si alguna vez habéis cortado una amapola porque queríais llevárosla a casa, habréis visto cómo inmediatamente se marchitaba y se le caían los pétalos. Yo lo hice alguna vez de pequeña y no tardé en captar la indirecta; esta flor no se anda con chiquitas. Por ahí dicen que es una señorita muy delicada, pero nada más lejos de la realidad: ella es silvestre, salvaje e indomable, lo suficiente como para no plegarse a ser cultivada contra su voluntad ni a participar en arreglos florales que ella no ha decidido.





Crece donde le da la gana, a ser posible cerca de cultivos donde peleará por hacerse con los nutrientes de la tierra si es necesario. Florece roja rojísima sin miedo a destacar y, si alguien osa cortar su tallo y su libertad, será tal su indignación que se deshará delante de sus narices. Y mira que la han llamado novia del campo y le han hecho proposiciones de matrimonio, pero ella no se casa con nadie.






Incluso cuando tratan de reducirla con herbicidas, ella resiste e iza su descarada bandera roja cada primavera. Mala hierba la llaman, pero poco le importa la fama que tenga, ni siquiera cuando la confunden con su opiácea prima, la adormidera, ¡menudas risas se echan las dos a nuestra costa!





Así es ella. Y así la he retratado yo.




¡Feliz día y apreciad mucho las flores!


1 comentario:

Petite Blasa dijo...

¡Qué maravilla de muñequita! ♥ Fíjate qué cateta soy, que en la vida he visto una amapola y no tenía ni idea de que se marchitan en cuanto las cortan. Creo que ahora caminaré por el campo buscando amapolas para poder experimentar eso.